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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

domingo, 30 de noviembre de 2008

Una marcha para la historia

En efecto. La I Carrera/Marcha de Montaña Villa de Castellnovo, celebrada ayer sábado, 29 de noviembre, se convirtió a título personal en un bonito recuerdo: Realicé sus 21,6 km. con mi hija Esther y obtuve el trofeo al participante más veterano.



Bueno, nuestro grupo (Rocacoscollá Senderismo) consiguió el trofeo al club más numeroso, que recogió José Manuel. Y, además del mío, dos de sus miembros obtuvieron sendos trofeos: Mari (3ª Veteranas II) y otra copa que gana, y Mª Consuelo (corredora más veterana). Todo un éxito de nuestro grupo, como lo fue este evento, promovido por el Ayuntamiento de Castellnovo. Enhorabuena, amigos.


El sirimiri de la madrugada pronosticaba una mañana lluviosa. Pero no fue así, afortunadamente. El tiempo se alió con la carrera y el sol, ya levantado, lució por momentos colándose entre las grisáceas nubes, haciendo su aparición en los emocionantes instantes de iniciarse la prueba, dorando el encuadre de la salida, que tuvo como protagonista de lujo el centenario olmo de la villa.



El recorrido discurrió por bellos paisajes de la sierra Espadán, atesorando preciosas vistas entre pinares y alcornoques. El campo había despertado reluciente, con una eclosión fulgurante de verdes. Se superaron cuestas y collados a través de caminos (cementados y de tierra) y sendas. Pasamos por el Pelao, Morinoralla, el Alto (la máxima altitud de la carrera, donde un viento frío hostigó esta parte del itinerario), el frondoso barranco de la Rodana, la fuente del Lugar, el Mas de Matuta y el barranco del Arquillo.




Mi saludo a Mary, que fuimos juntos en la marcha. Y la foto con todos los amigos Rocacoscollá, que nos brindaron sus ovaciones en nuestra llegada a la meta y su ración de fotos, la hicimos frente a las escuelas de Castellnovo, luciendo nuestra camiseta oficial, con el castillo asomando cerca, como hito emblemático de la encantadora villa.




La silueta azulenca de la sierra Calderona se delineaba bajo la formalidad beatífica del sol, con su retahíla de picos y collados. Con esta imagen iniciamos el regreso a nuestros destinos.

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miércoles, 26 de noviembre de 2008

La Mola Garumba

Cuando estuve en la Mola d’ Ares observé al NW de Morella una montaña alargada, elevada con su perfil sobre los valles circundantes. Es la Mola Garumba. Por su altiva posición creció mi interés para hacer una excursión por este promontorio. Y llegó el día. La ascensión partió desde Forcall, que lo callejee cuando descendí de la montaña. Me gustó su plaza Mayor, con sus característicos pórticos, así como los palacios que tiene, como los del Osset y Maçaner.


La población está enclavada en un valle, dominada por las muelas Garumba, Sant Pere, San Marcos y d’en Camarás. Los valles vecinos están surcados por los ríos Cantavieja, Calders y Bergantes, que confluyen cerca de la villa.

Parte de Forcal el PR-V 116, que recorre toda la Mola y conecta con Morella. Es el sendero que fácilmente llega a la cima. Desde la villa las marcas cruzan la carretera Morella-Forcall, pasa por la ermita de la Consolación y asciende hacia la muela, con algunos tramos empinados, representada por esta parte por los vistosos escarpes grises de la Penya de Migdía, por cuya base pasa el recorrido, cruzando algunas pedrizas y bancos de bloques. Tuve la suerte de avistar tres cabras hispánicas, que desaparecieron de mi vista en veloz huida. Hay un rellano desde donde se observa una preciosa vista de Forcall y de todo el cerco montañoso.


El sendero circunda la imponente base de la peña y se estira por la muela, cruzando un bosque integrado por carrascas y pinos, enmarcado por la derecha por rocosos contrafuertes, mientras que la vertiente se descuelga hacia el valle del Bergantes.



A los 25 min. se llega a la fuente del Xorrador. Es un punto donde el sendero enlaza con un camino, tras pasar por una portilla de ganado y cerca de alambre, recorriéndolo durante unos quince minutos, abandonándolo para seguir entre la pinada, mientras las vistas van adquiriendo relieve a medida que se avanza y se asciende por la muela, centrada la perspectiva paisajística por la impresionante imagen de Morella.



El balizado sendero va rodeando la montaña, llega a los miradores meridionales ceñidos por franjas rocosas y aparece un poste del sendero, cuando éste tiende a descender hacia la Fábrica Giner y Morella. Por la derecha se sigue el rastro de un senderillo que alcanza el vértice geodésico de la Mola Garumba (1.144 m.), habiendo invertido alrededor de 2 h. desde El Forcall.



Aunque se puede proyectar una ruta circular por las masías de La Mola y del Racó para regresar a El Forcall, cuyo recorrido hay que conocerlo en todo su desarrollo, sino hay que ignorarlo, desandé tranquilamente el itinerario de la ida, disfrutando del paisaje y de la quietud de la montaña.

domingo, 23 de noviembre de 2008

La sierra de Irta

El viernes me llama mi amigo Juan Abad y me dice:
-Luis ¿A dónde vamos mañana?
-Pues no sé.
Al instante le pregunto:
-¿Conoces la sierra de Irta o la senda de Cavanilles, que nos ha propuesto José Manuel para este sábado?
-No, pero decide tú el lugar.
-Pues mira, como en Cortes de Pallás he estado dos veces, y en Irta una, cuando aún no era parque natural, nos vamos a hacer un recorrido por esta sierra.

Area recreativa del Mas del Señor

Eran las nueve y media de la mañana cuando aparcamos el coche en la urbanización Font Nova de Peñíscola, exactamente en la avenida del Mas del Señor. Empezamos el recorrido tomando la pista que nace de la misma avenida. Ascendemos hacia el collado d’ Imberri, penetrando en el interior de la sierra. Antiguas terrazas de piedra en seco descienden por las laderas y en las vaguadas se matizan algarrobos y olivos como una reliquia del pasado. El pinar viste de verde las laderas. Y la carena de los montes se empastaba contra el cielo. Un poste señalizador del PR.V-194 nos indica el punto donde hay que volver después de visitar el Mas del Señor y proseguir el trayecto hacia la costa y la torre Badum por el PR.V-194,3, distante 4 km.
Una recoleta chopera ensombrece el área recreativa del Mas del Señor, en cuyo paraje, sito en el mismo barranco de Mala Entrada, brota un manantial. Hay mesas y bancos de madera y un panel y señales informativas de rutas por el parque.
Regresamos al anterior señalizador y tomamos el sendero que nos conducirá a la costa.

Descendiendo hacia la costa

El día era sumamente claro, luminoso, con una temperatura templada. Pero hacía viento, un viento persistente, con fuertes rachas que parecían crecer cuando andábamos por el magnífico sendero que cabalgaba sobre los montículos que recortan paralelamente la línea de la costa. La atmósfera tan límpida y tersa nos hizo distinguir las islas Columbretes. Los brezos estaban en flor. Y los palmitos se asocian con una rica muestra arbustiva, llena de pureza. El viento hostigaba al pinar y agitaba sus invisibles alas contrariando la respiración del paisaje.


Pequeñas calas configuran la costa

El mar, la mar. Estamos a su lado. Toda una lámina azul cabrilleada de reflejos. Esplendente, que se pierde por un horizonte lejano, exento de nubes. El Mediterráneo se expande a nuestra vista en una mañana otoñal, con el sonido del viento y de las olas acompañando nuestra contemplativa andadura.

La costa se perfila hacia la playa del Pebret

Es el mar clásico, y la sierra de Irta se engarza al Mediterráneo silueteando una faja costera de 15 km. exenta de adulteraciones y urbanizaciones. Es el parque natural, donde el silencio sutil cobra una dimensión especial que enriquece el avance de los caminantes por la pista que orilla la costa, con su gozosa articulación de puntas y calas. Vamos en dirección a la torre Badum, de origen musulmán, que perfectamente se ve en lo alto de un acantilado.

Al fondo, Peñíscola, desde los acantilados de Abadum

La zigzagueante pista con su firme de cemento nos eleva hasta la vertical de la histórica y solitaria torre vigía, que alza su blanquecina imagen sobre los abruptos acantilados de Abadum, con hermosas vistas del Mediterráneo y de la población de Peñíscola, enjalbegada estampa con su emblemático tómbolo rodeado de mar entre los azules de las aguas y del cielo.


La torre Badum

Exenta de su función vigilante, la torre escucha los ecos de las olas y observa el desfile de las aves, su aleteo y el fulgurante parpadeo de las estrellas.

Acantilados de Abadum

La pista forma cornisa sobre los cantiles, cuyo abrupto perfil se suaviza por las calas del Volante y de l’Arjub, cerca ya de Peñíscola. Hacia la montaña se agrupan las diversas urbanizaciones. Y una vez en la Font Nova nos surgió la anécdota de la excursión. Un coche se para y sus ocupantes, un matrimonio alemán que vive en la localidad castellonense de Cálig, nos pregunta por la calle Segorbe. Sonreímos y les decimos que no tenemos ningún vínculo con la urbanización, pero que vivimos en Segorbe. Comprendieron la coincidencia y siguieron su rumbo en busca de dicha calle con la rotulación de nuestra ciudad.