Al trasponer el puerto del Caballo (724 m.) se avista una espaciosa panorámica, cerrada por un cordón de montañas que se asoman desde la comarca de Els Ports. A ambos lados de la carretera se estiran, entre promontorios, campos cerealistas resguardados por brazales punteados por multitud de pequeñas carrascas. Al llegar a Mas de las Matas se adivina el curso del río Guadalope, por la lanzada de choperas flameadas de oro. Encrucijada de comunicaciones, desde Mas de las Matas enfilo la carretera que me lleva a Castellote.
El río Guadalope es la arteria principal de un paisaje montañoso, encrespado de crestas afiladas y angostos cañones.
Nada más llegar a Castellote, visito El Llovedor con su ermita. El marco geológico es impresionante, gigantesco, estructurado por desafiantes calizas cretácicas. Enormes paredones que sobrecogen, que se enfilan al azul, por donde los buitres hilvanan sus vistosos vuelos. Un camino zigzaguea hasta la ermita. Es un paraje de enorme belleza, un hito entre las visitas turísticas del Maestrazgo.
Los hilos de agua del Llovedor afloran a la luz desde una cornisa extraplomada, poblada de cabrahígos y otros arbustos, con la hiedra tapizando fragmentos de las enhiestas paredes. La humedad, que ha hecho crecer musgos y algas, ha ennegrecido la pared, y el repiqueteo constante de las gotas del agua componen una sonata que quiebra el sepulcral silencio que rodea a la ermita.
En 1405 Castellote estaba sufriendo una dura sequía. En peregrinaje 11 mozos del pueblo fueron a la ermita de la Balma, en Zorita, para rogar por la lluvia. La gracia les fue concedida y acordaron celebrar cada año una romería a La Balma, hasta que el obispo de Tortosa les negó el acceso al templo. Entonces decidieron erigir una ermita en un paraje cerca de Castellote, donde la Virgen se había aparecido antiguamente, siendo éste el origen de la ermita del Llovedor. Procede del siglo XVIII. Y desde entonces cada 1º de mayo se celebra una romería a la que solo asisten hombres, en recuerdo de aquellos 11 castellotenses. La Virgen del Agua es patrona de Castellote.
Desde la ermita asciendo por una antigua calzada hacia el castillo. Como no lo puedo visitar por obras, sigo la ruta que traza el PR-TE 53, pasando por encima del túnel de acceso a la villa. Llego hasta el acueducto medieval, anexionado a la montaña, que recorta el esbelto arco de medio punto de esta antigua construcción, que abastecía de agua a la villa desde el manantial del barranco del Llovedor.
Tras visitar estos lugares tan emblemáticos y atractivos en la historia de Castellote, callejeo por su casco urbano. En cada rincón, en sus monumentos y elementos, se evoca su pasado medieval ligado a las órdenes militares. Y así voy subiendo por las calles costaneras y contemplando la iglesia gótica de San Miguel (siglo XV), la ermita de la Virgen del Agua (siglo XVIII), las casonas de Gordiano, Planas, de las Pepetas…,. Y multitud de rincones y encantos que atesora esta preciosa villa.