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viernes, 5 de abril de 2013

Alcalá de la Selva, hay que verlo



Alcalá de la Selva fue tema de portada de mi libro "Viaje a la sierra de Gúdar". En estos pasados días de exaltación pascuera, de viajes y andanzas, he vuelto a Alcalá. Su fisonomía empírica no ha cambiado, pero las restauraciones llevadas a cabo en todo este tiempo lucen con toda la excelsitud popular y típica.




Desde el remozado castillo, mis pasos siguen siendo de asombro al visitar este bello pueblico de la provincia de Teruel, que cae de picado hasta el río.




Porque Alcalá es visitable todo el año. Desde que caen las nieves hasta que las amapolas sangran los trigales con su frágil estampación roja.




Porque en Alcalá todo es silencio, rodeada por el engarce de unos paisajes de ensueño. Pero, si te asomas a la replaceta donde canta la fuente, que emboba con sus trenzas cristalinas, uno se complace de doblar la andadura por todo este sugestivo escenario de calles empinadas, que atesoran marejadas antiguas, con tapiales de adobe y aleros hechos de la madera de los bosques aledaños.






-¿Qué desea?

Me detengo en el bar de la esquina. Y pido un buen platico de jamón, que sabe a gloria, y un vinico, que exalta los ánimos. 




Cuando abandono Alcalá de la selva cae la tarde y el sol dora la piedra del castillo.



4 comentarios:

María José Rubiera Álvarez dijo...

Como siempre, un placer y un lujo visitar tus lares.

Un abrazo desde Asturias, mi preciado amigo, que disfrutes el fin de semana.

P.D. Tomo nota del título de tu libro.

Pakiba dijo...

Luis seguro que tiene que ser una maravilla por las fotos que nos mandas y ese jamoncito tiene que estar de muerte.

Goriot dijo...

Muy interesante esta visita entre piedras, calles antiguass y castillo.
Un abrazo.
Goriot.

Emilio Vera dijo...

¡Hola Luis! Sin duda preciosa villa Alcalá de la Selva. Llegando a ella, ya el paisaje nos va hechizando para luego, recorriendo ya sus sencillas y empedradas calles, caer a sus pies por completo.
Un abrazo.