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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

jueves, 4 de julio de 2013

Por Moraira, entre azules y soplos de mar



El sol pegaba fuerte. La luz era intensa. Notaba el calor…

Desde el mar navegaba una brisa que me brindaba desbordados impulsos. Estimulaba mi caminata, mi ascensión, siguiendo el SL.V-51. Iba en busca de esos espacios marinos, mágicos, esplendentes de azul.

Estoy en Moraira. Y su bandera ondea por la montaña. Se despliega por los soberbios acantilados, donde las olas pespuntean sus cabriolas destellantes, creciendo con plenitud al chocar contra las rocas.

Mis ojos están hambrientos de paisajes de mar, de aventurar pasos hacia esos vacíos escalofriantes, donde el agua juega con la piedra ardientemente, convulsivamente. Donde el desigual terreno está enriquecido de microreservas de flora, donde crecen plantas rupícolas tan interesantes como la silene d’ Ifac….

Cerco de mar. Y se alza ahíta de brisas y soles la torre vigía del siglo XVI. Estoy solo en el Cap d’Or. Toda la grandeza de la Marina Alta  para mí, desde el cabo de la Nao hasta el Peñón de Ifach, con la figura somital de su airosa cúspide.

Hoy el mar parece  haberse vestido de fiesta para mí, aunque los lejanos perfiles aparecen difuminados entre ligeras brumas. Y mi andadura deja para más tarde la admiración de los amplios y lumínicos  paisajes.

Y me dirijo a la cueva de la Cendra, pegada a los acantilados, a unos 35 m. del mar. La estrecha senda desciende vertiginosamente, como agarrada a la roca, cortejada por abundantes arbustos. Un tramo que solo deja impresión, el impacto de la sencilla aventura. Las marcas blancas y verdes me conducen a la cueva. Sobrecoge todo: El conjunto que te abraza con su aliento. La sorpresa que produce el lugar. El rítmico sonido del mar, despachando soliloquios. La cueva, su historia arqueológica que se remonta al Paleolítico superior, la lobreguez de la gran sala, como un microcosmo,  y esa carga relevante de misterio que se arremolina junto a ti, como un compañero inseparable.

Y al salir de la cueva, me siento sobre una roca, casi rozando el vacío. “De la montaña al mar”. Y me gusta esa bipolarización de sensaciones entre estos dos bellos mundos de la naturaleza. Y me retrepo en abstracciones temporoespaciales, mientras el mar dialoga con las rocas y las brisas, y las gaviotas libran alegremente sus vuelos entre dos azules, tan dispares en su magnitud colorista

Más tarde, después de contemplar tanta grandeza paisajística, tanta solemnidad entre el la soledad sonora y las lejanías, y desbordado por los sentimientos que voy agavillando en mis constantes periplos por lugares que son banderas en la mirada y la contemplación aventurera, caminaré sobre la arena. Y mis pies la pisarán. Mientras, las olas alegrarán mis pasos, con sentimiento, como una ventolera de amor. De innegable grandeza. Como la mirada de la guapa moza,  luciendo su esbelto cuerpo sobre la arena.


El mar, las olas, la arena, las espumas de nácar, tu silueta, bella imagen entre manantiales dorados y azules…




















5 comentarios:

Abedul dijo...

Una bella descripción sobre el caminar bajo el olr a mar.
Buenas vacaciones !!!! un saludo
de Begoña

trimbolera dijo...

Gracias una vez más por enseñarnos esos contrastes maravillosos.- Besicos.

emejota dijo...

Bellísimas imágenes familiares. Sí también es mi tierra, bueno al menos bien cerquita le anda. Bss.

Pakiba dijo...

Que maravilla Luis, mirar estar esplendidas fotografias es como si te encontraras en el sitio disfrutando de tan bellos paisages.

Un abarazo.

Merche dijo...

Luissssssssssss...no paras!!!!
que envidia, com ose nota que estas libre de horarios y de cargas.
Feliz verano.